Turismo Rural por El Real de San Vicente

Quedamos con unos amigos para hacer turismo rural por el pueblo en  El Real de San Vicente.

Íbamos cuatro personas,  dos parejas. Quedamos en la plaza.

Según llegábamos a la plaza yo me sentía que estaba cometiendo un delito. Llevaba sin pisar la plaza desde que comenzó la alarma por la pandemia. Pasar sí pasamos cada fin de semana cuando llegamos.

En el bar que hay en la plaza la terraza estaba con bastantes personas. La gran mayoría tenía mascarilla.

Por la ruta que hicimos dentro del pueblo vimos flores. Pocas personas en la calle caminando, realmente a ninguna . Creo que éramos los únicos. Llovía a ratos fuertes y otros momento más liviano. Llevábamos paraguas. 

Se respiraba muy bien a pesar de llevar la mascarilla que no quitamos en ningún momento. El olor era rico a hierba limpia. Estuvimos caminando más de dos horas. Para mí era como si recién viera  nacer el mundo. Los paseo que hago cuando saco a mi padre de paseo son tan cortos que este paseo era algo extraordinario. Sinceramente, me sentía libre y muy afortunada por poder caminar y que la lluvia cayera en el el paraguas y ver el suelo empapado. Es como volver de nuevo al mundo normal. Mas de un año sin tener contacto dentro del pueblo. Afortunadamente cuando podemos sí tengo escapadas con Antonio al monte. Pero este paseo rural ya no recordaba como era.

Subimos hasta el Parque de los Guijos pero fuimos haciendo un gran recorrido hasta llegar a él.

Cualquier detalle parecía precioso.

Las flores nos daban la bien venida.

La tarde era gris pero daba mucha tranquilidad.

Este edificio sin terminar de ladrillos iba a ser una residencia. Una pena porque se quedó en nada. Comentábamos que  si se hubiera hecho todos los abuelos y abuelas estarían tan ricamente en su pueblo y bien atendidos. Comentamos que ya nos gustaría que hicieran una residencia o un lugar en donde poder pasar el día y de nuevo a la noche volver a casa, sería divino cuando seamos mayores poder seguir en tu lugar de nacimiento. En mi pueblo la vida es muy longeva y seguro que un centro de día o residencia sería muy bueno para el pueblo y más para las personas. 

El verdor del lugar lo cura todo. 

Esta foto está tomada cerca de la residencia sin terminar. ¿Quién no quería vivir en este lugar en sus últimos años vida?

Aun quedan muchas casas y corralones antiguos.

Una pequeña calleja. Normalmente todas estas callejillas han desaparecido y forman parte del terreno de las casas. Aquí aun está todo como antaño. A buen seguro esta casita fue poblada por una gran familia. En casas tan pequeñas habitaban grandes familias. Se carecía de agua corriente y aseo.

Este balcón tiene unos cuantos de años. Es precioso.

Ya lo ven, en esa casa con ese balcón nació  este señor de nuestro pueblo.

La parte de atrás de la iglesia.

Nos dimos un buen paseo y Antonio fue recordando quienes vivían en esos barrios y en  su barrio. Él vivió con sus padres en el centro del pueblo. Mi familia en lo alto del pueblo. 

De aquí, que es el muro de la iglesia,  volvimos a la plaza y a casa.