miércoles, 31 de julio de 2019

Largo Pétalo de Mar

Largo Pétalo de Mar y vino y nieve..., "con una cinta de espuma blanca y negra" 
En la cubierta unos lloraban en silencio y otros entonaban en catalán, con la mano en el pecho, la canción del emigrante: " Dolça Cataluña, / patria del meu cor, / quan de tu s'allunya / d'enyorança es mor". Tal vez presentían que nunca volverían a su tierra. Desde el muelle, Pablo  Neruda los despidió agitando un pañuelo hasta que se perdieron de vista. También para él ese día sería inolvidable y años más tarde  también escribiría " Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie".

Precioso, naturalmente que los poemas que se escriben con el corazón y los hechos, sin tinta, estos perduran en la humanidad para siempre.
Me está encantando este libro de Isabel Allende; Largo Pétalo de Mar.
A quienes le guste la historia les va a encantar.

Toro y Carlos, siento no poder dejaros comentarios en vuestras entradas.


martes, 23 de julio de 2019

Los cielos se apiadaron y descargaron algo de lluvia

Los cielos se apiadaron y descargaron algo de lluvia en la Sierra de San Vicente.
Nunca habíamos tenido las vacaciones en julio, es el primer año, espero sea el único. La tranquilidad inunda este pueblo llamado El Real de San Vicente. Hoy, los pájaros están más contentos que ayer. El agua suaviza todo enfado. Incluso las ramas de los árboles tienen la cara más estirada y sus brazos los mueven con más entusiasmo. Las golondrinas juguetonas no dejan de bailar con su misma música que hacen sus picos al piar. Hoy, es como si el campo volviera a sonreír. Se aprecia en el ambiente un estado más eufórico. El agua es vida y medicamento; de ahí,  las pocas gotas que han caído de madrugada haya devuelto la alegría a esta serranía.

El viernes pensé que me moría. Resulta que en lugar de ponerme a leer  al frescor de la mañana como cada día de lunes a viernes que viene la joven de ayuda a domicilio, que tiene asignado mi padre, por la dependencia que tiene, le lleva las dos horas de paseo.  Yo prefiero limpiar y hacer la comida. Así mientras ellos están de paseo, yo me siento a leer. Es mi tiempo de vacaciones y lo disfruto más que si fuera a otro lugar maravilloso.

Ese día fui con Antonio a despejarme al campo, de paso, le ayudé a recoger tomates. Bien temprano. Hacía mucha calor. Fui sin desayunar ni beber agua. Sudé muchísimo. Cuando volvimos a casa, él fue a un recado. Yo me tomé una crema de calabacin muy fría del frigorífico.  La bebí con ansias, como si no hubiera un mañana. A los diez minutos como pude tuve que llamar Antonio porque no me encontraba bien. Se me cerraban los ojos y estaba muy mareada.  Con ganas de vomitar La cara la tenía muy tirante. Francamente, estaba muy mal. Como pude bebí varios vasos de agua templada. No sé por qué intuí que tenía que beber para atemperar el cuerpo. Me tomé la tensión y tenía 156 de máxima y 122 de mínima. Las pulsaciones de 103.
Mi padre me miraba asustado. Le dije que no pasaba nada. Que no funcionaba bien el aparato, por eso me la tomaba una detrás de otra.
Cuando llegó Antonio al verme tenía cara de preocupado. Él me iba acercando los vasos de agua templada. Me iba encontrando mejor. Dijo de bajarme a urgencia, pero mi tensión se fue normalizando. Los latidos tardaron más de una hora hasta que volvieron a mis 55 que sin los que tengo habitualmente con algunos días más y otros  menos.

Precaución y no someter al cuerpo a estos cambios tan bruscos de temperatura. No podemos llegar acalorados y beber frío, muy frío de la nevera. No podemos maltratar al cuerpo de esta manera tan brusca. Yo aprendí bien la lección. Creo que lo que tuve fue un golpe de calor.

Hoy, disfruté leyendo el libro que me tiene enganchadisima. Leo a Isabel Allende y su Largo Pétalo de Mar. Lo recomiendo.

viernes, 12 de julio de 2019

Estamos ciegos y sordos y no escuchamos a la madre naturaleza

 El mundo está ciego porque aun sabiendo que estamos maltratando nuestros océanos y campos seguimos maltratando.  La furia del agua, de los huracanes, de las tormentas, del castigo que en  algunos lugares se está produciendo,   hará que  muramos de sed y quemados; ya que no somos capaces de quitarnos la tela de araña de los ojos y mimar  la vida y todo lo que nos rodea. La comodidad nos hace sordos y ciegos y esto ya empezamos a verlo con los desastres climáticos. El calor, las trombas de agua y la sequedad de la tierra ya son  evidente que vamos a un desastre sin remedio. Si seguimos así no van hacer falta armas químicas , bombas o balas para que acaben con la vida de este planeta llamado tierra. Cuando el cielo esté tan harto de respirar mierda que nosotros los humanos vamos echando a cada paso, se abrirá cargando con pedruscos helados que irán destrozando todo. quedaremos tan heridos  y escalabrados que no podremos ayudarnos unos a otros. Será tal el desastre que el mundo se irá fundiendo y la oscuridad aparecerá para no volver a ver nunca la luz. El sol donde salga quemará, será tan dañino que quemará las retinas de nuestros ojos. No se podrá andar por la tierra porque abrasará tanto que nos desacera como si fuéramos cera. La poca vida que pueda haber será una vida estéril y enfermiza. No se podrá procrear, no se podrá cultivar, no se podrá comer y nos comeremos unos a otros. Nos volveremos vestías de verdad. Ahora somos vestías aun refinadas, pero después seremos vestías porque la vida será tan dura, que preferiremos morir o no nacer. 
Hoy, parece que el sol está tan cabreado que usará toda su furia para hacernos sudar o estar escondidos en nuestras madrigueras. 
   

jueves, 4 de julio de 2019

La vida corre como un corcel desbocado.

Me estoy haciendo una ermitaña por las tardes. Las mañanas las llevo de maravilla. Voy cada mañana a la piscina hacer ejercicio. Cuando salgo, salgo nueva, parece que me han cambiado el corazón y la cabeza me funciona mejor. Van pasando los años con una rapidez de vértigo. Cada día me doy cuenta que el día tiene veinticuatro horas pero que van al galope. Es imposible parar un solo día o añadirle más horas para que de más de sí.
El martes como cada día, ahora en verano, salgo fresquita, no me seco el pelo. Me pongo mis cremas para que no me salgan manchas en la cara, me doy rimen en los ojos y salgo con el pelo peinado. Me hago la raya en la parte izquierda de la cabeza, me pongo las patillas detrás de las orejas, y me pongo el flequillo a un lado con una onda  que me gusta porque da la sensación de que soy más joven. Por cierto, aun solo tengo 59 años cumplidos el mes pasado, soy  jovencisima. A lo que voy, el martes cuando salia toda fresquita con mi mochila a la espalda húmeda por el bañador mojado y la toallas empapada, las chancleta y el gorro envuelto en la toalla;  unos pasos fuera del recinto  había un chico apoyado en un coche. Yo no sé si es que tenía calor y se levantó la pata del pantalón corto, por cierto una tela muy liviana, diría que podría ser un bañador. No sé si lo hizo a posta o surgió sin maldad alguna; de pronto todo su instrumento quedó la aire. La tenía morcillona pero un buen instrumento. Vamos que se le quedaron los huevos y el pene tomando el fresco de la mañana. Yo soy muy discreta y pasé por su lado sin darle mayor importancia y caminando de frente . Me crucé a la otra acera y de vez en cuando miraba para atrás por precaución, no con miedo porque a esas horas hay muchas personas y por allí pasa muy a menudo un coche con dos policías. Cuando iba caminando pensé en las chicas jovencitas que van a la piscina. Al día siguiente cuando salí no estaba el joven. Debió de ser algo fortuito lo que sucedió con su miembro viril. Si hubiera estado y hubiera hecho lo mismo llamo rápido a la policía  para que lo pongan al orden.