Cada día era ordeñada para hacer queso y alimentar a la familia.
En la pradera no había hierba porque hacía más de diecisiete meses que no llovía.
La tierra se volvió seca y estriada. Las cabras y la familia permanecían en la misma casa porque el sol quemaba sus pezuñas sin calzado.
La madre que perdió a su quinta criatura en un día que el sol quemaba hasta las entrañas, aun tenía sus pechos llenos de leche. Amamantaba a dos cabras para que ellas a su vez dieran más cantidad de leche y poder hacer un queso al día . Con él, y bastante miel que había sacado de un alcornoque hueco, comían dos veces al día la familia.
Las mondas de las pocas patatas arrugadas, que aun guardaban, sólo usaban cuando la leche escaseaba, eran envueltas en el poco pienso que almacenaban cuando cambiaban por algún queso que hacían de más, el día que los pechos de la señora estaban bien cargados y las cabras mamaban más cantidad.
El pozo manaba cada vez menos y tenían que controlar la cantidad de agua que bebían animales y la familia. A penas un cazo de agua por ser vivo. De esta forma el pozo nunca quedaba seco e iba tomando la misma medida que tenía el día de antes.
Cada dos meses mataban una cabra, la más vieja y la que menos leche daba. Tenían para comer unos buenos días de carne y los quesos podían cambiarlos por ropa, algo de arroz, legumbres, ... En su despensa, esta familia tenía bastantes botellas de aceite de años anteriores en que los olivos tenían mucha cantidad de aceituna, y la almazara había sido generosa. Freían toda la carne de la cabra, y la dejaban dentro de unos cantaros de barro y aceite cubriendo la carne para que no se pusiera mala.
Así pasaron dos largos años hasta que las aguas volvieron y la vida comenzó con sus sonidos de pajarillos. Con las cigarras roncas de tanto cantar. Las abejas iban de flor en flor. Los saltamontes dando saltos como locos. Las cabras pastando en el prado hierba fresca.
Los que tenemos agua con el simple gesto de abrir un grifo no valoramos realmente su importancia.
ResponderEliminarQue no nos falte nunca porque la vida sin agua es un horror.
Besos.
Qué lindo relato con final feliz después de tantas dificultades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Amapola. Me alegro que te guste.
EliminarNo está refinado, tenia que haberlo mirado más. Pero según me vino a la cabeza escribí. Tenia ansias de escribir
Abrazossss
GraciAss Amapola.
EliminarNo está bien escrito porque según surgía escribía
Lo tenia que haber refinado más
Pero las ansias de escribir te juegan estas malas pasadas.
Soy muy impulsiva.
Abrazosss
Ahora no sé si mi comentario se perdió o es que hay moderación...
ResponderEliminarSeguramente será lo último.
Justo eso.
ResponderEliminar:)
Graciassss Toro estar sin agua tiene que ser horrible.
ResponderEliminarSiempre he tenido moderación de comentarios. :-)
No sé su saldrá el mensaje, lo envió con el móvil, estoy en el pueblo.
Abrazossss
Gracias Giancarlo.
ResponderEliminarMe dice Nortón que ha bloqueado un ataque al responderte, si me vuelve a pasar tendré que dejar de que me envíes comentarios.
Saludoss
Tiempos de sequía, que en muchos lugares ante la prolongación de la estación seca, se hacen rogativas. Recuerdo, en uno de los pueblitos de ni niñez, hoy patrimonio mundial cultural, el padre salía en procesión para que lloviera. UN abrazo. carlos
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