... cansada de caminar por la vida, decidió bajar la marcha para contemplar el sol.
Fueron los dos al mismo ritmo de las agujas del reloj.
Cuando el sol comenzó su ocaso, se dejó caer al lado de una enorme roca.
Al día siguiente, el sol intentó despertarla primero con caricias de sus recientes rayos de amanecer.
Después, sus rayos eran más fuertes y abrasaban.
La abrazaron. Ella siguió como dormida.
Llegó de nuevo el ocaso. Ella seguía recostada en la piedra con los ojos cerrados y el corazón parado.
Me gustó tu relato.
ResponderEliminarBesos.
Hola Amapola. Graciassssssssssss.
EliminarAbrazos
Me da mucha pena.
ResponderEliminarHace poco murió un amigo de forma inesperada.
Se lo encontraron muerto al día siguiente.
Besos.
Hola Torito. Sí, es una pena perder a un amigo de la noche a la mañana. Oye, yo no me pienso morir. :-)
EliminarEste escrito ha surgido sin más.
Besossssssssssssssss
Ni el sol pudo despertarla, maldito corazón que se para justo el día 29 de septiembre que en algunos lugares se celebra el Día Mundial del Corazón. Abrazos
ResponderEliminarTiene la universalidad del mito, este relato, para la acción de amar. Un abrazo. carlos
ResponderEliminarAinsss me da yu yu imaginar la escena, Isa, qué vida ésta, pero me encantó tu micro.
ResponderEliminarUn beso.
Un relato con un deje de impotencia y tristeza. Deseo que esto no vaya a ponernos triste.
ResponderEliminarFeliz fin de semana.
Un abrazo.
Qué penita me ha dado, Isa. Bonito y triste relato.
ResponderEliminarBesos, guapísima.