Esta lechugita nos está esperando para que mañana sábado la hagamos en ensalada.
El otro sábado la pedí por favor que no se helara. La dije que estaba muy jugosa y esperaba a que se hiciera más grande para este fin de semana cogerla con cariño, lavarla y hacer un magnifica ensalada con ella.
La hice prometerlo bajo juramento y tengo por testigo a la luna que era un diminuto gajo de melón en ese momento.
Esta lechuga la planto mi compi hará un mes. Ha ido adquiriendo personalidad con los días tan fríos que le han tocado vivir. También con las noches en soledad. Aunque sé que la luna la ha cantado nanas para que no se sintiera sola. Las estrellas la han alumbrado para que no se quedara a oscuras. Y las hojas de los distintos árboles le han servido de pañuelo en sus desconsuelos.
Esta lechuga es muy agradecida y está esperando que aquellas manos que un día con tanto amor la plantaron, la recojan para formar parte de sus platos. El sábado se convertirá en una suculenta ensalada que recogió todas las vitaminas del día y de la noche. Esta lechuga tiene en su haber toda la sabiduría que la luna, las estrellas, los árboles, pájaros, el sol y su pañuelo las hojas, le fueron inculcando a lo largo de su corta vida.
Allá en la lejanía el sol se esconde y sólo se deja ver en un pedacin de la Cabeza del Oso
... la hoja pidiendo consuelo a una piedra...
El tiempo arruina la belleza de las cosas.
Vi a un hombre que hablaba con los caballos, pero no imaginaba a una mujer que habla con las lechugas.
ResponderEliminarBesos.
Hola Francisco, :-) Ves, es lo que tiene que cada uno hablamos con quien podemos jajajaja.
ResponderEliminarA la lechuga no la importó que yo hablara con ella. :-)
SAludos y besos
Cuanto puede una lechuga y una hoja caida...para la observación de una buena cronista como vos, Isa. Carlos
ResponderEliminarGracias Carlos. Feliz año nuevo 2014
ResponderEliminarAbrazos