Su pelo era negro como el azabache. Dos diminutos ojos negros poblaban sus cuencas. Su cara era un dibujo de media luna echada la siesta. La nariz era tan diminuta que no se dibujaba en su rostro.
Sus labios, pálidos como la nieve, se habían borrado, ni comisura para alguna sonrisa tenían.
Menudita, de piernas cortas y bracitos delgados. Sus pies calzaban botitas por donde asomaban las rayitas de unos calcetines de pura lana virgen.
Un día se fue al bosque porque era niña solitaria. Allí se encontró con un montón de pajarillos y entablaron conversación. Ellos contaron sus secretos, y ella escuchó con atención sin reproche alguno.
Al hablar el más viejo con alas canosas y bigotes duros, contaba de una señora que se había muerto y su hija andaba muy apenada. La niña sin boca escribió en la arena que la madre al igual que la niña habían sido afortunadas de poder disfrutar tantos años juntas. Pues ella dentro de su ser pensaba que la fortuna nunca la hizo gozar del cariño de su madre. Ni a su madre del cariño suyo porque contaba cuatro años cuando se fue a otro mundo, tan lejos que ella no sabía como llegar.
Dichosas de ellas que el tiempo las había hecho gozar tantos años juntas. Ella a veces se sentía malvada por pensar eso cuando alguna madre se moría bien por anciana, bien por cualquier otro motivo. Cuando los pájaron leyeron eso, la dijeron que era una persona mala, que no siguiera por esos camino y que ella no era la protagonista, si no, la niña que terminaba de perder a su madre.
Ella que jamás contaba nada y era pura humildad, no quiso ser protagonista de nada, ni siquiera de su propia vida. por ello se sintió mal. Tal mal, que pensó que lo mejor sería no hablar ni contar cosas que sólo ella sentía y nada más ella debía saber. Quiso comenzar a volar, y sus alas se quebraron en el comienzo del vuelo.
Ella nunca pensó en la muerte de ninguna madre, pero cuando surgía, sí pensaba que el tiempo había sido benévolo con ellas por haberles concedido tantos años de dicha.
Los días, meses y años fueron pasando, su boca quedó sellada y se fue borrando esa boquita suave de la cara, tampoco la necesitaba para nada porque guardaba en el cobre de su cerebro todos los secretos de su vida, pensó que nadie era digno de saber ningún detalle de su historia.
Que pena me ha dado.
ResponderEliminarLe regalaría una madre, una boca y todo mi cariño.
Besos.
Graciasssssssssssssssssss Torito Guapo
EliminarSaludos y abrazos a millones
Qué lindo relato de una niña solitaria con su pelo de azabache. Me encantó.
ResponderEliminarUn beso.
Graciasssssssssssssssssss María
EliminarSaludos y besos a millones
Me dio error, no se si te habrá entrado mi comentario.
ResponderEliminarLa historia de las muñecas Gorjuss es muy bella y las muñecas son preciosas como tu relato. Un abrazo
ResponderEliminarGraciasssssssssssssssssss Ester
EliminarSaludos y abrazos a millones
Que bello relato. Me gusto mucho Isa
ResponderEliminarYo tambien, como Toro, la regalaria todo mi cariño
Mil besos
Isa
Graciasssssssssssssssssss Isa
EliminarSaludos y abrazos a millones
Bonita entrada!!!...muchas gracias por tu acogida, amiga!!!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Isa!!! ;)
Graciasssssssssssssssssss Ignacio
EliminarSaludos y abrazos a millones
Un relato en el que has volcado toda la ternura de una madre por ser mujer. Me ha conmovido y encantado.
ResponderEliminarFeliz fin de semana.
Un abrazo.
Graciasssssssssssssssssss Diego
EliminarSaludos y abrazos a millones muy fuertessssssssssssssssss
Una historia triste y entrañable...Esa muñeca simboliza a todos los niños, que se criaron sin madre y siempre la echaron de menos...Has puesto en esta historia mucho sentimiento, Isa...y se nota...Me gustaría decirte, que las madres cuando se van al cielo, siguen cuidando y protegiendo a sus hijos...La sincronía entre la tierra y el cielo existe, el alma es inmortal, amiga...Te dejo mi abrazo y mi cariño, Isa.
ResponderEliminarM.Jesús
Graciasssssssssssssssssss María Jesús
EliminarSaludos y abrazos a millones
Isa, tienes el tono y nivel para hablar en los relatos, a partir de un lenguaje donde se transparentan los sentimientos y pesares de los niños. Esta historia culmina con una metáfora que revela el espíritu dolorido de los niños, por no sólo esta sino muchas causas. MI abrazo desde estos lados de Suramérica.
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