Error Mortal
Chiqui
Morena y delgada; de estatura pequeña y cuerpo frágil. Con
ojos redondos como dos lunas llenas de color miel a punto de salírsele de las orbitas, por lo que estaba viendo en
esos momentos a su alrededor, y por los sonido que llegaban de la habitación
contigua. El pánico se apoderó de ella. Un
sudor frío invadía su frente, que como un reguero de agua salada corría a toda velocidad
por su cara, escurriendo por la barbilla,
hasta estamparse en el frío y sucio
suelo del matadero abandonado en donde
estaba maniatada. Sus piernas estiradas
apuntando cada una en distinta dirección, estaban engarzadas a una maroma como
si de un toro o alguien con fuerzas se
tratara. Tenía todo el cuerpo dolorido
como si le hubiera pasado por encima una apisonadora. Sentía que
a través de los agujeros de la nariz corría un fino reguero de sangre
templada. El dolor en los labios inflamados y heridos era insoportable. La dolía el estomago de haber recibido
puñetazos como si hubiera sido un saco donde se habían entrenado un puñado de
boxeadores. Pero lo que más la dolía era
en la zona de la entrepierna. Además sentía un líquido viscoso y pegajoso que
corría por sus muslos.
Se desmayó sólo de recordar la paliza que la habían dado dos
matones de cerca de dos metros con cuerpos que a ella le parecieron gigantes. Los
dos sicarios se emplearon bien en dejar
su cuerpo magullado que aullaba de dolor
y se convulsionaba de terror.
No le dolían las heridas superficiales, si no, las heridas
interiores. Sentía como si una enorme culebra la hubiera atravesada desde la
vagina saliendo por la boca e introduciéndose de nuevo destrozando todo lo que
encontraba a su paso.
Al otro lado de la habitación destartalada y llena de mugre en
donde las cucarachas y ratas compartían habitáculo con ella, escuchaba a dos hombres discutir.
- No, no podemos dejarla con vida - decía una voz ronca y
firme.
- ¡Pero Javier, si no es la persona que nos han encargado de secuestrar!
- dijo la otra voz.
- Mira Luis, si los jefes se enteran de que hemos fallado en el
encargo que nos han hecho, seremos
hombres muertos. Como comprenderás a estas alturas de mi vida teniendo varias muertes a mis costillas, no me voy a apiadar
de una simple y vulgar criada.
Libertad volvió a sacudir la cabeza, se recuperó del desmayo. Su mente machaconamente recordaba
la paliza recibida, y quedó paralizada al escuchar que planeaban matarla.
Se incorporó dejando
su cuerpo doblado y medio sentado en el suelo. No le daban más juego las dos
sogas que sujetaban sus piernas separadas
y atadas a dos columnas. Forcejeó con
las manos atadas a la espalda en un intento de poder soltarse. Pero no
logró ni tan siquiera aflojar un poco
las cuerdas.
Su impotencia la hizo sobrecogerse y un manantial de lágrimas
inundó de nuevo su cara. Miró a un lado y a otro y sólo veía un suelo sucio en
donde la sangre ennegrecida de los animales sacrificados se había petrificado
formando dibujos deformes que la suciedad fue construyendo sin cincel ni otras
herramientas. El transcurso del tiempo
se encargó de hacer su obra de arte en esos suelos carcomidos por los golpes
recibidos en cada caída de machetes y cuchillos. El techo estaba lleno de
cuerdas como las que sujetaban sus pies. En
el extremo de las cuerdas brillaban pequeños trozos de metal que se habían salvado
de la grasa, sangre y mugre por donde
eran enganchados y degollados los animales, ganchos relucientes que al estar suspendidos en el
aire, se columpiaban con la brisa del viento que entraba por los ventanales rotos,
dando sensación de estrellas fugaces.
- Pero cómo nos ha podido pasar esto – decía Luis mientras daba puñetazos en una mesa mugrienta que tiempo
atrás había servido para desmembrar los animales muertos que pasarían a ser
vendidos en filetes y trozos de carne para su consumo -. Como hemos podido
confundir a una criada o una mujerzuela con la hija del Presidente de la Nación.
- Mira Luis nos ha pasado y lo tenemos que solucionar- cortó Javier
con rabia por el error cometido -. Ha sido una coincidencia que fuera de la
misma estatura, similar color de pelo y que llevara la misma ropa que la hija
del Presidente. Y para más inri que siguiera el mismo itinerario. Tenemos que
solucionarlo y que no nos vuelva a pasar.
- Joder Javier es muy
fuerte matar a una persona que no tiene nada que ver en este asunto.
- ¿Y qué hacemos? Nos
ha visto la cara. Nos puede delatar ¿Estás dispuesto a pasar el resto de tu
vida en la cárcel? – preguntó Javier un poco sarcástico.
- No joder no quiero pasar el resto de mi vida en la
cárcel. Hacemos lo que tú digas y asunto
terminado, no me calientes más la cabeza.
Libertad escuchó esos comentarios que venían del otro lado de
la pared.
Miró sus ropas, ahora, hechas jirones. Ropas que le habían
dado en Cáritas y qué Dios sabe a quién podrían pertenecer. Ella recogió las
ropas de Cáritas y se las puso al día siguiente para ir a trabajar a una
casa que, en Cáritas, la habían
encontrado.
Pensó para sus adentros que, qué mala suerte tenía. Justo
encuentra un trabajo para salir de la calle y por ponerse unas ropas que
pertenecían supuestamente a la hija del Presidente es abordada y secuestrada. Y
ahora se ve en esa situación. Recuerda, mientras la estaban sonsacando quien
era, los dos mastodontes la preguntaron varias
veces que si era la hija del Presidente y ella contestaba una y otra vez que
no, que tan sólo era una chica sin estudios y que iba a comenzar ese día a
trabajar en una casa. La interrogaron sobre la ropa de que llevaba puesta, de
marcas muy caras y de gran calidad, para una chica de la calle. Cree recordar que les dijo que se las habían dado en
Cáritas. Ahí fue cuando comenzaron a apalearla y a violarla una y otra vez sin
consideración ninguna.
En esos momentos se dio cuenta que no era a ella a quien
querían secuestrar, si no, a la verdadera
dueña de esas ropas donadas que, ahora puros
harapos, ella lleva puestas.
Escuchó un ruido en la cerradura de la puerta y se hizo la dormida. Dejó su
cuerpo caer al suelo en la misma postura en la que se despertó unos minutos
atrás. Javier la dio un puntapié para ver si estaba despierta. Ella ni se inmutó pero se le escapó una mueca
imperceptible de dolor. Luis desató los pies y las manos y se la echó al
hombro como si de un saco de patatas se tratara. La llevó a una arboleda que
había cerca del lugar. La violó de nuevo. Apuntó con la pistola. Puso el dedo
en el gatillo pero al momento lo quito diciendo:
- Esta chica ya está muerta, no merece la pena desperdiciar
una bala en ella.
Se metió la mano en la
bragueta y sacó su miembro. Hizo dibujos en un árbol mientras soltaba una
gran meada. Guardó el miembro arrugado y
flácido en el pantalón, subió la cremallera, y sin
mirar atrás caminó hacia la carretera en donde le estaba esperando Javier con
el coche en marcha, y la música a todo volumen.
-¿ La has matado?¿Por qué has tardado tanto? Un poco más y
hubiera ido a buscarte - comentó Javier gritando, y un poco intrigado, para que
sus palabras sobresalieran por encima de la música que escuchaba a todo volumen.
-Sí, no tienes por qué preocuparte. Nunca nos delatara - respondió
Luis mientras entraba en el coche -. La he vuelto a echar un polvo, ¡tenía un
buen cuerpo la chica! Era una pena
desperdiciarlo.
Javier le miró
sarcástico:
- Joder, no la querías matar, pero no te ha importado
violarla repetidas veces. Tienes unos escrúpulos un tanto especiales.
¡Calla y vayámonos de aquí! Cortó en seco Luis algo molesto.
Libertad quedó como un despojo humano en mitad de la
arboleda. Estaba toda dolorida pero con vida. Se quedó en posición fetal y así
pasó el resto del día y de la noche. Al día siguiente despertó. Los rayos dorados
del sol acariciaban su cuerpo menudo casi desnudo porque sus ropas estaban
hechas jirones. Su lengua era como una lengua de trapo que había engordado
dentro de la boca, y estaba seca y áspera
como la paja dorada en otoño. Un mirlo
la dio los buenos días con su canturreo matinal. El viento agitaba las hojas de
los árboles haciendo que alguna de ellas se desprendiera de las ramas, y fueran
a parar al cuerpo tirado en el suelo de Libertad. Agradeció el contacto de la
hoja al posarse suavemente en su lacerado cuerpo. Se llevó las manos a la cara
como si quiera taparla por la vergüenza que sentía de haber sido violada.
Encogió más sus piernas y quedó como un feto dentro de la barriga de su madre,
pero a ella no la envolvía el líquido abnotico, si no la tierra y un paisaje
arbolado de hojas verdes, también un cielo que la arropaba con su manto azul. Sentía
una amargura despiadada. Así estuvo media mañana tumbada sin saber a dónde
ir. Por su mente pasaron montones de
pensamientos negativos. Quiso dejar de respirar. Quiso que la tierra la tragara
en esos momentos. Quiso volverse arena de desierto…
A media mañana comenzó a escuchar unos truenos y vio como el
cielo resplandecía con relámpagos. Como en un momento el cielo se tiño de
grises. El sol se había ocultado para dar lugar a unas nubes fuliginosas que
amenazaban con una gran tormenta. Ahí
vio que su vida se escapaba, que las fuerzas la abandonaban y se dejó llevar.
Despertó entubada en una habitación de paredes blancas. Una
maquina en el cabecero de la cama marcaba sus latidos del corazón. Una mascarilla con oxigeno cubría su
boca. Sus brazos estaban agujereados y un líquido blanquecino entraba en sus
venas. No sentía dolor ninguno. Abrió sus enormes ojos de luna llena y vio, por la rendija de la puerta que una de las enfermeras se había dejado medio abierta,
sentado en una silla unas piernas con uniforme de policía. Se sintió protegida
y cayó en un profundo sueño.
Despertó a media noche
y sus tripas eran un conjunto de acordeones y trompetas interpretando una
melodía de sonidos sordos. Sentía hambre. Después de cuatro días sin comer
sentía necesidad a pesar de estar acostumbrada a pasar varios días sin llevar
nada sólido a la boca. Intentó moverse
para incorporase y las maquinas se volvieron locas y comenzaron a sonar las alarmas.
El policía de la puerta entró y al verla intentando levantarse exclamó.
-¡Tranquila! No te
incorpores, no pasa nada, aquí estas a salvo.
Enseguida llegó personal médico para ver que sucedía.
- Tengo… hambre,…y…
mucha sed - a duras penas logro articular silabas por su boca dolorida, ya que
tenía las mandíbulas rotas, y cuatro
dientes arrancados por los golpes que
había recibido.
De inmediato cayó en un sueño profundo, mientras ella hablaba
con una de las enfermeras, la otra compañera le inyectaba en el suero un
relajante que la hizo quedarse sin fuerzas y, al instante, dormirse.
Los médicos vieron que tenía varias costillas rotas, el bazo reventado
y el pulmón derecho dañado. Que la habían desgarrado por dentro destrozándole incluso la vagina.
- ¿Que animal o animales
han sido capaces de hacer esto con una chica que apenas puede tener veintitrés años? - comentó con rabia el médico
que llego para atenderla -. Cuando se
recupere un poco, habrá que operarla de los órganos que tiene dañados.
Posiblemente alguno lo pierda.
- La hija.. del Preeesi…deeenteeee - susurró la enferma entre
sueños.
- ¿Qué dices? – pregunta el policía a la joven acercando su
boca al oído de la enferma, mientras el médico movía la cabeza en un gesto de
pena observando a la joven paciente.
- Hija del Presid… peligroooo - apenas tenía fuerzas para sus
palabras fueran
perceptibles.
El policía había
sacado una libreta y un bolígrafo para tomar nota de todo lo que escuchaba. No
podían tomarla declaración por su estado tan delicado, pero si ella hablaba
tomaría nota.
Él no se retiró de ahí por si decía algo inteligible pero tan
sólo pudo captar:
- Presidente, peligro, tal vez sea presidiario lo que quiera decir- dijo en voz alta el policía.
Pero Libertad estaba en una especie de duermevela que, a cada
instante, se dormía y muy agitada se despertaba, aunque apenas podía abrir los ojos porque sus
parpados pesaban debido a la medicación
que estaba entrando por sus venas.
Los médicos pensaban que era lo mejor que se podía hacer en
su situación: estar dormida, no cavilar, no preocuparse por lo sucedido, por
mucho que ellos se empeñaran esto era imposible, y no tener dolores.
Cuando unos campesinos la encontraron, la envolvieron en una manta porque estaba
fría como un cadáver. De hecho pensaron que podía llevar varios días sin vida. No
tenía apenas pulso. Estaba llena de barro y tapada por las hojas que el viento
arranco en la tormenta. Fue un milagro que pudieran verla camuflada, como
estaba, por la naturaleza.
Afortunadamente la encontraron esos campesinos, si no, nadie
la hubiera buscado porque no tenía a nadie. Tan sólo la hubiera echado de menos
Francisco, el voluntario responsable de
Cáritas, que fue quien la proporcionó la ropa y el trabajo que iba a realizar
el mismo día que la secuestraron.
O tal vez Francisco
pensara que se fue a otro lugar porque no quería trabajar. ¿Qué iba a
pensar ese buen hombre que la había ayudado a mejorar su vida? Si no la
hubieran encontrado pensarían que era una desagradecida y una vaga que no
acudió al trabajo el primer día. Por su cabeza pasaban montones de cosas que la
agitaban y la ponían nerviosa. Ella era una persona agradecida y muy
trabajadora. Cuando estuviera repuesta sería a la primera persona que visitaría,
y que amablemente, daría explicaciones del
porqué no acudió al trabajo.
Libertad en esos momentos de lucidez
pensaba contar a la policía todo lo que
escuchó de sus raptores, aunque por otra parte temía que la tomaran por loca, y
la ingresarán en un psiquiátrico.
¿Quién iba a creer a una simple chica que no tenía oficio ni
beneficio?
¿Realmente era creíble lo que la había sucedido?
¿Dónde estaban sus ropas?
Necesitaba esas ropas porque eran en único vínculo que la
unía a la hija del Presidente.
Seguro que al quitárselas las echaron a la basura. Y las
ropas son la muestra de que un día fueron de la hija del Presidente. ¿Pero cómo
podría ella ponerse en contacto con el Presidente para salvar a su hija?
Seguro que ya estaban al acecho los secuestradores para raptarla. Por último se desinflaba pensando
que era algo increíble que alguien quiera raptar a la hija del Presidente de la
Nación, que todo había sido una burda mentira de los matones, para violarla
repetidas veces, saciar sus bajos instintos y matarla después para que no los
pudiera delatar nunca.
A los tres meses Libertad estaba recuperada del todo, no sin
antes haber pasado unos días bien jodidos. Incluso, los médicos habían temido por su vida. Saldría del hospital sin
el bazo, sin medio pulmón y sin poder ser madre. Pero estaba con vida y eso la
resarcía de todo lo sucedido.
Francisco el trabajador de Cáritas, al enterarse por una enfermera, había ido a
visitarla al hospital. Por mediación de él iría a una casa de acogida durante
el tiempo de convalecencia. Cuando estuviera repuesta del todo la buscaría un
trabajo. Después de todo parece que la vida volvía a sonreírle.
En la sala de espera mientras terminaban con sus informes,
cogió un periódico que había sobre una mesa.
Se estremeció: en la portada del periódico, aparecía la
imagen seria del Presidente de la Nación junto a su esposa.
Libertad sintió como si un puñal se la hubiera clavado en el
corazón mientras leía en letras grandes: raptada la hija del Presidente de la
Nación. 500.000 euros de recompensa a
quien pueda dar alguna pista.
Comenzó a transpirar y a quedarse pálida. El terror se
apoderó de ella y era incapaz de despegarse de la silla donde esperaba sentada,
a que el doctor la entregara su alta médica, y la información pertinente.
El médico se acercó a ella con una carpeta, de color suave malva, donde llevaba su
informe médico, junto con las medicinas
que debería de tomar de por vida.
Al ver el estado de la joven, rápidamente pidió ayuda. Un
celador y una enfermera la metieron en una sala de urgencia casi a rastras.
La joven no podía articular palabra, ni tan siquiera moverse,
aterrorizada como estaba, con el periódico en la mano y sin poder apartar sus
ojos de aquella primera página.
Libertad no pudo salir ese día del hospital. Sus débiles
defensas se vinieron abajo dándola un ataque de pánico. No tuvo valor de contar
a nadie, ni siquiera a los médicos que tan bien la atendieron, que la
confundieron con la hija del Presidente. Era una historia absurda. Ya tenía
bastante para que encima la tomaran por loca. Pero no, la historia ahora era
realidad, y tenía que hacer todo lo que
estuviera en su mano para que a esa chica no la pasara lo que a ella.
- No puedo darte el alta en estas condiciones - dijo el
médico sin soltar la carpeta de color malva suave.
La joven asintió con la cabeza pero dijo con voz temblorosa
ya suplicando con su mirada al médico:
- Lo que usted diga doctor, pero necesito hablar con la
policía. Es muy urgente. Creo saber
dónde está esa chica.
El médico la miró atónito exclamando:
- ¡Pero si llevas sin salir de aquí tres meses!
- Estoy aquí porque me confundieron con ella - contestó
Libertad con rotundidad.
Pasados unos días, Libertad llevó un regalo a las enfermeras
y médicos que tan bien la habían cuidado y atendido. La joven después de hablar con la policía, los
campesinos llevaron a los agentes a la arboleda donde la encontraron. Desde
allí se veía el viejo y cochambroso edificio del antiguo matadero abandonado.
Uno de los secuestradores murió en el enfrentamiento con la policía, el otro
resultó gravemente herido. Pasaría una larga temporada en el hospital y el
resto de su vida en la cárcel. La hija del presidente fue rescatada y al
parecer sin un rasguño. La policía
seguía buscando a los autores intelectuales del secuestro.
Libertad donó una buena cantidad de dinero para la investigación de
trasplantes de ovarios. También para la investigación de la leucemia en los
niños/as. Colaboró con Cáritas aportando
varias sumas de dinero. Por primera vez en su vida, se sintió que era alguien
importante, pero no por el dinero que tenía, si no, porque podía ayudar a que
los demás tuvieran menos carencias y fueran más felices. Aunque muchas noches
se despertaba sobresaltada, y después la costaba conciliar el sueño.
No fui seleccionada para ninguno de los premios, pero si tuve una gran satisfacción en escribirlo.
Si hubiera ganado el premio se hubieran beneficiado de él varias personas entre otras muchas Cáritas. Iba haber donado 300 euros si hubiera tenido el primer premio. También les hubiera dado algo a mis sobrinos. Pero se quedó todo en ilusiones y en la satisfacción de escribir sin saber lo que quería. Fue surgiendo todo sobre la marcha.
Otra vez será.
Te felicito muy sinceramente por tan impresionante y bien escrito relato. Mereció ser premiado, pero no te desanimes, no siempre se reconoce el genio creador.
ResponderEliminarFeliz fin de semana-
Un abrazo.
Gracias Disancor, me alegro que te haya gustado.
EliminarSaludos y un abrazo fuerteeeeeee
Lo importante es la satisfacción de haber participado como tú bien dices aunque podría haber sido premiado.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Chelo, gracias, sí ya habrá más veces para participar.
EliminarSaludos y un abrazo
No puedes escribir pensando en premios y reconocimientos, sino para disfrute propio, así, verás como cuando menos lo espere llegará el reconocimiento. El mío ya lo tienes.
ResponderEliminarUn beso.
Hola Francisco, gracias. Bueno, pues en este caso sí escribí pensando en el premio, si no hubiera sido por esto no hubiera escrito, pero me movieron los premios.
EliminarSaludos y besos
ES el deleite de la escritura. UN abrazo. Carlos
ResponderEliminarHola Carlos, graciasssssssss
EliminarMe alegro que te haya gustado.
Saludos y un abrazo
Isa .... no interesa tanto el premio, como su contenido, que aterroriza y serviría de ejemplo como prevención a diversos secuestros y de jóvenes violadas, ver como Libertad a pesar de haber sido destruída corporalmente seguir adelante para ayudar a los demás necesitados por diversas causas.
ResponderEliminarTu premio son el cariño que dejamos a tus maravillosas y dolidas letras que embargan de dolor al imaginar todo, porque lo has descrito tan bien
un beso desde Argentina
Hola Doris graciassssssss.
EliminarMe alegro que te haya gustado el texto. Sí tienes razón lo más importante es que libertad después de pasar lo que pasa aun se acuerda de los más necesitados. Aun así a mi me hubiera venido muy bien tener un premio económico porque hubiera hecho muchas cosas con ello. Otra vez será.
Saludos abrazos
Has creado una atmósfera que sobrecoge. El realismo y la brutalidad de los personajes se hace creíble. Lo lees casi sin respirar.
ResponderEliminarBesos y feliz semana
Hola María Pilar, gracias. Es una historia inventada sobre la marcha y con rapidez porque nos enteramos tarde del concurso. Mañana subiré el relato de mi compañero. Son dos estilos distintos.
EliminarSaludos y un abrazo
Muchísimassssssssss gracias a todos/as por leerme, yo sé que es muy pesado leer tantas hojas en el blog.
EliminarGraciasssssssssssss de corazón
Abrazos para todos/as