Me moría de ganas de probar como se lee desde lo alto de un árbol. Lo probé y he de decir que se lee muy bien. Da como más seguridad. Te crees un pájaro con alas que subió leer la historia y a sentirte como el protagonista del libro.
Sinceramente, estaba tan ensimismada, que leí dos hojas cómodamente desde ese gran sillón. Me sentí la única reina del lugar leyendo mientras escuchaba allá a lo lejos el sonido petulante de los abejarucos: un silbido algo atrevido llamando la atención en el monte. También se escuchaba la música melodiosa de los jilgueros, siete colores, oropéndolas, rabilargos,... Desgraciadamente ninguno al alcance de mis ojos. Se esconden bien en la espesura de los árboles del monte.
Tuve que dejar de leer, pues sin darme cuenta invadí un gran hormiguero de hormigas de cabeza roja. Y comenzaron a agredirme con sus picotazos. Se metieron por las mangas de la camiseta y llegaron a mis pechos, cintura y espalda. En fin que el gozo de haber trepado al árbol para leer “El Barón Rampante” se desmoronó en poco tiempo.
Subir, subí con alguna dificultad. Pero bajar, era incapaz. Así que seguí las instrucciones de mi compañero, y bajé del árbol cogida a una rama y columpiándome. En el balanceo para poder poner los pies en las piedras, me cogió mi compañero de la cintura, y ahí pide bajar.
La encina debe de tener la friolera de más de ciento cincuenta años. Según mi padre, cuando sus padres, mis abuelos, hicieron ese pajar, la encina ya daba bellotas y era bien grandecita.
Me he sentido muy dichosa al poder subir en los brazos de la encina, leer y contemplar todo aquello que abarcaban mis ojos.
Como no podía estar en lo alto de la encina, mientras mi compañero echaba un vistazo a las colmenas, yo estuve leyendo en el portal del pajar de mi abuelo.
Leer cogida por los brazos y el abrazo de un árbol es maravilloso.
Pruébenlo si tienes oportunidad.
Eso sí, pídele permiso primero al árbol.
La fortaleza del árbol maduro rodeado de la dureza de las piedras, da seguridad.
Las hojas de los árboles hablaban entre ellas mientras yo leía.
No pude captar ninguno de sus secretos.
Si esta encina hablara, seguro que contaría más de mil historias que se vivieron en sus alrededores.
El pajar de mis abuelos es un pajar con cimientos consistentes. Tiene más de 75 años.
En plena naturaleza con el sonido del zumbido de las abejas, el sonajero de las hojas verdes, el canto de las aves, es idóneo para lee en paz.
Que entrada y reportaje de tu ascenso y descenso del arbol...y tu plácida lectura, he sentido envidia sana.... gracias por compartir una aventura tan insólita !!!! He disfrutado mucho leyéndolo, te felicito !!!! Un saludo cariñoso de Begoña
ResponderEliminarGracias Abedul. Me alegra que te haya gustado.
ResponderEliminarSeguro que si te lo propones puedes hacerlo también. Todo es cuestión de buscarse las mañas.
Mi intención es subir en otro árbol más grande, y por supuesto que no tenga hormiguero. ¿Cuando subiré? No lo sé. Pero si no puedo porque mis piernas no son largas, pues con la ayuda de una escalera. Eso sí, nunca estar solos para trepara a los árboles.
Si subes ten mucho cuidado de no caerte. Siempre que pongas el pie, que esté bien seguro.
Saludos
¡Pero qué gozada! nunca se me hubiera pasado por la imaginación leer desde lo alto de un árbol, y ahora que te he leído y visto las imágenes, me has dado envidia, de verdad, que sí, tiene que ser una sensación inimaginable, el sentirse pájaro con alas, y estar en lo alto, y después ir descendiendo, sintiendo la naturaleza en tu mirada... de verdad, me ha encantado, y me dan ganas de hacer lo mismo.
ResponderEliminarUn besazo.
PD.- Gracias por el interesante comentario que has dejado en mi blog, me ha encantado.
Gracias a ti María. Seguro que disfrutaras tanto como yo en el poco rato que pude estar, debido a las hormigas. El monte está todo muy dejado de la mano del hombre, y las hormigas y demás animalitos se adueñan de los arboles. Seguro que encontraras un árbol que no esté invadido por hormigas u otros bichitos.
ResponderEliminarTengo ganas de poder leer tu experiencia leyendo desde el árbol.
Por favor a todas aquellas personas que quieran probar lo de subirse al árbol a leer, no vayan solas, y sean prudentes si es árbol grande y tiene una distancia considerable sus ramas para con el suelo.
Saludos y un abrazoz
Paea leer es mejor el pajar que las ramas de un árbol, pues aquí la aventura es subir y bajar y no las páginas de un libro. Además los árboles tienen muchos bichitos raros.
ResponderEliminarUn aberazo.
Hola Disancor. Si el árbol no hubiera tenido esas hormigas me hubiera quedado minimo una hora leyendo encima. Se estaba muy a gusto porque es una encina muy grande. Tenia incluso respando como si estubiera en el sofá de mi casa.
ResponderEliminarSaludos y un fuerte abrazo