Atardecer en El Real de San Vicente.
La luna melancólica miraba la tierra.
Pero la tierra es un hervidero de coléricos ausentes porque no pueden hacer una vida normal por el virus que después de las vacaciones, está enfurecido y se agarra como garrapata al viento.
El atardecer
llena el cielo de color
pedazos de sol
flotan antes de irse
tapará la oscuridad.
Luna creciente
las estrellas no brillan
noche oscura.
Las ramas verdes
miran la puesta de sol
recogimiento.
Nubes grises como dos rectas paralelas. Seguro que indican un camino para que los pájaros lo sigan y lleguen al lugar de descanso.
El cielo se viste con tul de diferentes colores.
Las nubes son libres y van de acá para allá.
El viento es libre y hace lo mismo. Pasa cerca de la luna.
La deja tranquila. Las nubes de seda se desplazan a cámara lenta.
Un avión rumbo a la luna,
pero la luna no le dio permiso,
lo desvía más abajo
para no infectarse como lo hacemos los humanos.
Tan cerca y a la vez tan lejos de todo lo que está en el firmamento.