Año de nieves, año de bienes.
Al caminar, y pisar la nieve, se rompía y se escuchaba su quejido.
Al acariciarla, mordía dejando congeladas las manos.
Al besarla, con los besos se deshacía y volvía agua fría.
Su blancor, cegaba los ojos y los fantasmas blanquecinos caían adormecidos de las copas de los árboles.
Una preciosa tarde en la Sierra de San Vicente respirando libertad
ResponderEliminarLa nieve habla sin tener voz.
Araña sin tener dedos.
Niega el saludo escurriéndose entre los
los dedos.