domingo, 28 de enero de 2018

El aire dejó sentir su fuerza

El viento, aire, mistral se pasea haciendo que los árboles tiemblen al sentir su aliento helado y nauseabundo de olor a cloaca. Ya no hay más mariposas volando cayendo de las ramas. A éstas les arrebató a la fuerza cualquier signo de vida. Sólo se salvaron las hojas perenne de los árboles. Las nubes salieron despavoridas por el vendaval, se cobijaron tras las montañas y en las rendijas de las piedras. Ahí se adormecieron durante las largas horas que el viento se apoderó del mundo.
Las calles huérfanas de gente. Los parques solitarios y los columpios moviéndose y enredándose enloquecidos. Por los toboganes bajaban a toda carrera hojas despedazadas que el viento acuchilló. 
Pasada la larga noche llegó el día y todo volvió a la normalidad. El viento se desvaneció y en el horizonte el sol comenzaba a iluminar la mañana haciendo que los vientos huracanados del día anterior parecieran un mal sueño.




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