viernes, 22 de noviembre de 2013

Error Mortal. Con este relato participé en el Certamen Literario Federico García Lorca.



Error Mortal

Chiqui



Morena y delgada; de estatura pequeña y cuerpo frágil. Con ojos redondos como dos lunas llenas de  color miel a punto de salírsele  de las orbitas, por lo que estaba viendo en esos momentos a su alrededor, y por los sonido que llegaban de la habitación contigua.  El pánico se apoderó de ella. Un  sudor  frío invadía su frente,  que como  un reguero  de agua salada corría a toda velocidad por  su cara, escurriendo por la barbilla, hasta estamparse en el frío  y sucio suelo del matadero  abandonado en donde estaba maniatada. Sus  piernas estiradas apuntando cada una en distinta dirección, estaban engarzadas a una maroma como si de  un toro o alguien con fuerzas se tratara.  Tenía todo el cuerpo dolorido como si le hubiera pasado por encima una apisonadora.  Sentía que  a través de los agujeros de la nariz corría un fino reguero de sangre templada. El dolor en los labios inflamados y heridos era insoportable.  La dolía el estomago de haber recibido puñetazos como si hubiera sido un saco donde se habían entrenado un puñado de boxeadores.  Pero lo que más la dolía era en la zona de la entrepierna. Además  sentía un líquido viscoso y pegajoso que corría por sus muslos.
Se desmayó sólo de recordar la paliza que la habían dado dos matones de cerca de dos metros con cuerpos que a ella le parecieron gigantes. Los dos sicarios  se emplearon bien en dejar su cuerpo  magullado que aullaba de dolor y se convulsionaba  de terror.
No le dolían las heridas superficiales, si no, las heridas interiores. Sentía como si una enorme culebra la hubiera atravesada desde la vagina saliendo por la boca e introduciéndose de nuevo destrozando todo lo que encontraba a su paso.
Al otro  lado  de la  habitación destartalada y llena de mugre en donde las cucarachas y ratas compartían habitáculo con ella,  escuchaba a dos hombres discutir.
- No, no podemos dejarla con vida - decía una voz ronca y firme.
- ¡Pero Javier, si no es la persona que nos han encargado de secuestrar! - dijo la otra voz.
- Mira Luis, si los jefes se enteran de que hemos fallado en el encargo que nos han hecho,  seremos hombres muertos. Como comprenderás a estas alturas de mi vida teniendo varias  muertes a mis costillas, no me voy a apiadar de una simple y vulgar criada.
Libertad volvió a sacudir la cabeza, se recuperó  del desmayo. Su mente machaconamente recordaba la paliza recibida, y quedó paralizada al escuchar que planeaban matarla.
 Se incorporó dejando su cuerpo doblado y medio sentado en el suelo. No le daban más juego las dos sogas que sujetaban sus piernas  separadas y atadas a dos columnas.  Forcejeó con las manos atadas a la espalda en un intento de poder soltarse. Pero no logró  ni tan siquiera aflojar un poco las cuerdas.
Su impotencia la hizo sobrecogerse y un manantial de lágrimas inundó de nuevo su cara. Miró a un lado y a otro y sólo veía un suelo sucio en donde la sangre ennegrecida de los animales sacrificados se había petrificado formando dibujos deformes que la suciedad fue construyendo sin cincel ni otras herramientas. El  transcurso del tiempo se encargó de hacer su obra de arte en esos suelos carcomidos por los golpes recibidos en cada caída de machetes y cuchillos. El techo estaba lleno de cuerdas como las que sujetaban sus pies. En  el  extremo de las cuerdas  brillaban  pequeños trozos de metal que se habían salvado de la grasa,  sangre y mugre por donde eran enganchados y degollados los animales, ganchos  relucientes que al estar suspendidos en el aire, se columpiaban con la brisa del viento que entraba por los ventanales rotos, dando sensación de estrellas fugaces.

- Pero cómo nos ha podido pasar esto – decía Luis mientras  daba puñetazos en una mesa mugrienta que tiempo atrás había servido para desmembrar los animales muertos que pasarían a ser vendidos en filetes y trozos de carne para su consumo -. Como hemos podido confundir a una criada o una mujerzuela  con la hija del Presidente de la Nación.
- Mira Luis nos ha pasado y lo tenemos que solucionar- cortó Javier con rabia por el error cometido -. Ha sido una coincidencia que fuera de la misma estatura, similar color de pelo y que llevara la misma ropa que la hija del Presidente. Y para más inri que siguiera el mismo itinerario. Tenemos que solucionarlo y que no nos vuelva a pasar.
- Joder Javier  es muy fuerte matar a una persona que no tiene nada que ver en este asunto. 
- ¿Y qué hacemos?  Nos ha visto la cara. Nos puede delatar ¿Estás dispuesto a pasar el resto de tu vida en la cárcel? – preguntó Javier un poco sarcástico.
- No joder no quiero pasar el resto de mi vida en la cárcel.  Hacemos lo que tú digas y asunto terminado, no me calientes más la cabeza.

Libertad escuchó esos comentarios que venían del otro lado de la pared.
Miró sus ropas, ahora, hechas jirones. Ropas que le habían dado en Cáritas y qué Dios sabe a quién podrían pertenecer. Ella recogió las ropas de Cáritas y se las puso al día siguiente para ir a trabajar a una casa  que, en Cáritas, la habían encontrado.
Pensó para sus adentros que, qué mala suerte tenía. Justo encuentra un trabajo para salir de la calle y por ponerse unas ropas que pertenecían supuestamente a la hija del Presidente es abordada y secuestrada. Y ahora se ve en esa situación. Recuerda, mientras la estaban sonsacando quien era,   los dos mastodontes la preguntaron varias veces que si era la hija del Presidente y ella contestaba una y otra vez que no, que tan sólo era una chica sin estudios y que iba a comenzar ese día a trabajar en una casa. La interrogaron sobre la ropa de que llevaba puesta, de marcas muy caras y de gran calidad, para una chica de la calle. Cree recordar  que les dijo que se las habían dado en Cáritas. Ahí fue cuando comenzaron a apalearla y a violarla una y otra vez sin consideración ninguna.
En esos momentos se dio cuenta que no era a ella a quien querían  secuestrar, si no, a la verdadera dueña de esas ropas donadas que, ahora puros  harapos,  ella lleva puestas. Escuchó un ruido en la cerradura de la puerta y se hizo la dormida. Dejó su cuerpo caer al suelo en la misma postura en la que se despertó unos minutos atrás. Javier la dio un puntapié para ver si estaba despierta. Ella ni se  inmutó pero se le escapó una mueca imperceptible de  dolor.  Luis  desató los pies y las manos y se la echó al hombro como si de un saco de patatas se tratara. La llevó a una arboleda que había cerca del lugar. La violó de nuevo. Apuntó con la pistola. Puso el dedo en el gatillo pero al momento lo quito diciendo:
- Esta chica ya está muerta, no merece la pena desperdiciar una bala en ella.  
Se  metió la mano en la bragueta y sacó su miembro. Hizo dibujos en un árbol mientras soltaba una gran  meada. Guardó el miembro arrugado y flácido    en el pantalón, subió la cremallera, y sin mirar atrás caminó hacia la carretera en donde le estaba esperando Javier con el coche en marcha, y la música a todo volumen. 
-¿ La has matado?¿Por qué has tardado tanto? Un poco más y hubiera ido a buscarte - comentó Javier gritando, y un poco intrigado, para que sus palabras sobresalieran por encima de la música que escuchaba a todo volumen.
-Sí, no tienes por qué preocuparte. Nunca nos delatara - respondió Luis mientras entraba en el coche -. La he vuelto a echar un polvo, ¡tenía un buen cuerpo la chica!  Era una pena desperdiciarlo.
 Javier le miró sarcástico:
- Joder, no la querías matar, pero no te ha importado violarla repetidas veces. Tienes unos escrúpulos un tanto especiales.
¡Calla y vayámonos  de aquí! Cortó en seco Luis algo molesto.

Libertad quedó como un despojo humano en mitad de la arboleda. Estaba toda dolorida pero con vida. Se quedó en posición fetal y así pasó el resto del día y de la noche. Al día siguiente despertó. Los rayos dorados del sol acariciaban su cuerpo menudo casi desnudo porque sus ropas estaban hechas jirones. Su lengua era como una lengua de trapo que había engordado dentro de la boca,  y estaba seca y áspera  como la paja dorada en otoño. Un mirlo la dio los buenos días con su canturreo matinal. El viento agitaba las hojas de los árboles haciendo que alguna de ellas se desprendiera de las ramas, y fueran a parar al cuerpo tirado en el suelo de Libertad. Agradeció el contacto de la hoja al posarse suavemente en su lacerado cuerpo. Se llevó las manos a la cara como si quiera taparla por la vergüenza que sentía de haber sido violada. Encogió más sus piernas y quedó como un feto dentro de la barriga de su madre, pero a ella no la envolvía el líquido abnotico, si no la tierra y un paisaje arbolado de hojas verdes, también un cielo que la arropaba con su manto azul. Sentía una amargura despiadada. Así estuvo media mañana tumbada sin saber a dónde ir.  Por su mente pasaron montones de pensamientos negativos. Quiso dejar de respirar. Quiso que la tierra la tragara en esos momentos. Quiso volverse arena de desierto…
A media mañana comenzó a escuchar unos truenos y vio como el cielo resplandecía con relámpagos. Como en un momento el cielo se tiño de grises. El sol se había ocultado para dar lugar a unas nubes fuliginosas que amenazaban  con una gran tormenta. Ahí vio que su vida se escapaba, que las fuerzas la abandonaban y se dejó llevar.
Despertó entubada en una habitación de paredes blancas. Una maquina en el cabecero de la cama marcaba sus latidos del  corazón. Una mascarilla con oxigeno cubría su boca. Sus brazos estaban agujereados y un líquido blanquecino entraba en sus venas. No sentía dolor ninguno. Abrió sus enormes ojos de luna llena y vio,  por la rendija de la puerta que  una de las enfermeras se había dejado medio abierta, sentado en una silla unas piernas con uniforme de policía. Se sintió protegida y cayó en un profundo sueño.

Despertó a media  noche y sus tripas eran un conjunto de acordeones y trompetas interpretando una melodía de sonidos sordos. Sentía hambre. Después de cuatro días sin comer sentía necesidad a pesar de estar acostumbrada a pasar varios días sin llevar nada sólido a  la boca. Intentó moverse para incorporase y las maquinas se volvieron locas y comenzaron a sonar las alarmas. El policía de la puerta entró y al verla intentando levantarse exclamó.
-¡Tranquila!  No te incorpores, no pasa nada, aquí estas a salvo.
Enseguida llegó personal médico para ver que sucedía.
-  Tengo… hambre,…y… mucha sed - a duras penas logro articular silabas por su boca dolorida, ya que tenía las mandíbulas rotas,  y cuatro dientes arrancados  por los golpes que había recibido.
De inmediato cayó en un sueño profundo, mientras ella hablaba con una de las enfermeras, la otra compañera le inyectaba en el suero un relajante que la hizo quedarse sin fuerzas y, al instante, dormirse. 
Los médicos vieron que tenía varias costillas rotas, el bazo reventado y el pulmón derecho dañado. Que la habían desgarrado  por dentro destrozándole incluso la vagina.
- ¿Que animal o animales  han sido capaces de hacer esto con una chica que apenas puede tener  veintitrés años? - comentó con rabia el médico que llego para atenderla -.  Cuando se recupere un poco, habrá que operarla de los órganos que tiene dañados. Posiblemente alguno lo pierda.
- La hija.. del Preeesi…deeenteeee - susurró la enferma entre sueños.
- ¿Qué dices? – pregunta el policía a la joven acercando su boca al oído de la enferma, mientras el médico movía la cabeza en un gesto de pena observando a la joven paciente.
- Hija del Presid… peligroooo - apenas tenía fuerzas para sus palabras    fueran perceptibles.
El  policía había sacado una libreta y un bolígrafo para tomar nota de todo lo que escuchaba. No podían tomarla declaración por su estado tan delicado, pero si ella hablaba tomaría nota.
Él no se retiró de ahí por si decía algo inteligible pero tan sólo pudo captar:
- Presidente, peligro, tal vez sea presidiario lo que quiera  decir- dijo en voz alta el policía.
Pero Libertad estaba en una especie de duermevela que, a cada instante, se dormía y muy agitada se despertaba, aunque  apenas podía abrir los ojos porque sus parpados  pesaban debido a la medicación que estaba entrando por sus venas.
Los médicos pensaban que era lo mejor que se podía hacer en su situación: estar dormida, no cavilar, no preocuparse por lo sucedido, por mucho que ellos se empeñaran esto era imposible,  y no tener dolores.
Cuando unos campesinos la encontraron,  la envolvieron en una manta porque estaba fría como un cadáver. De hecho pensaron que podía llevar varios días sin vida. No tenía apenas pulso. Estaba llena de barro y tapada por las hojas que el viento arranco en la tormenta. Fue un milagro que pudieran verla camuflada, como estaba, por la naturaleza. 
Afortunadamente la encontraron esos campesinos, si no, nadie la hubiera buscado porque no tenía a nadie. Tan sólo la hubiera echado de menos Francisco, el voluntario  responsable de Cáritas, que fue quien la proporcionó la ropa y el trabajo que iba a realizar el mismo día que la  secuestraron.
O tal vez Francisco  pensara que se fue a otro lugar porque no quería trabajar. ¿Qué iba a pensar ese buen hombre que la había ayudado a mejorar su vida? Si no la hubieran encontrado pensarían que era una desagradecida y una vaga que no acudió al trabajo el primer día. Por su cabeza pasaban montones de cosas que la agitaban y la ponían nerviosa. Ella era una persona agradecida y muy trabajadora. Cuando estuviera repuesta sería a la primera persona que visitaría,  y  que amablemente, daría explicaciones del porqué no acudió al trabajo.
Libertad en esos momentos  de  lucidez pensaba  contar a la policía todo lo que escuchó de sus raptores, aunque por otra parte temía que la tomaran por loca, y la ingresarán  en un psiquiátrico.
¿Quién iba a creer a una simple chica que no tenía oficio ni beneficio?
¿Realmente era creíble lo que la había sucedido?
¿Dónde estaban sus ropas?
Necesitaba esas ropas porque eran en único vínculo que la unía a la hija del Presidente.
Seguro que al quitárselas las echaron a la basura. Y las ropas son la muestra de que un día fueron de la hija del Presidente. ¿Pero cómo podría ella ponerse en contacto con el Presidente para salvar a su hija?
Seguro que ya estaban al acecho los secuestradores para  raptarla. Por último se desinflaba pensando que era algo increíble que alguien quiera raptar a la hija del Presidente de la Nación, que todo había sido una burda mentira de los matones, para violarla repetidas veces, saciar sus bajos instintos y matarla después para que no los pudiera delatar nunca.

A los tres meses Libertad estaba recuperada del todo, no sin antes haber pasado unos días bien jodidos. Incluso, los médicos habían  temido por su vida. Saldría del hospital sin el bazo, sin medio pulmón y sin poder ser madre. Pero estaba con vida y eso la resarcía de todo lo sucedido.
Francisco el trabajador de Cáritas,  al enterarse por una enfermera, había ido a visitarla al hospital. Por mediación de él iría a una casa de acogida durante el tiempo de convalecencia. Cuando estuviera repuesta del todo la buscaría un trabajo. Después de todo parece que la vida volvía a sonreírle.
En la sala de espera mientras terminaban con sus informes, cogió un periódico que había  sobre una mesa.
Se estremeció: en la portada del periódico, aparecía la imagen seria del Presidente de la Nación junto a su esposa.
Libertad sintió como si un puñal se la hubiera clavado en el corazón mientras leía en letras grandes:  raptada la hija del Presidente de la Nación.  500.000 euros de recompensa a quien pueda dar alguna pista.
Comenzó a transpirar y a quedarse pálida. El terror se apoderó de ella y era incapaz de despegarse de la silla donde esperaba sentada, a que el doctor la entregara su alta médica, y la información pertinente.
El médico se acercó a ella con una carpeta,  de color suave malva, donde llevaba su informe médico,  junto con las medicinas que debería de tomar de por vida.
Al ver el estado de la joven, rápidamente pidió ayuda. Un celador y una enfermera la metieron en una sala de urgencia casi a rastras.
La joven no podía articular palabra, ni tan siquiera moverse, aterrorizada como estaba, con el periódico en la mano y sin poder apartar sus ojos de aquella primera página.

Libertad no pudo salir ese día del hospital. Sus débiles defensas se vinieron abajo dándola un ataque de pánico. No tuvo valor de contar a nadie, ni siquiera a los médicos que tan bien la atendieron, que la confundieron con la hija del Presidente. Era una historia absurda. Ya tenía bastante para que encima la tomaran por loca. Pero no, la historia ahora era realidad,  y tenía que hacer todo lo que estuviera en su mano para que a esa chica no la pasara lo que a ella.
- No puedo darte el alta en estas condiciones - dijo el médico sin soltar la carpeta de color malva suave.
La joven asintió con la cabeza pero dijo con voz temblorosa ya suplicando con su mirada al médico:
- Lo que usted diga doctor, pero necesito hablar con la policía.  Es muy urgente. Creo saber dónde está esa chica.
El médico la miró atónito exclamando:
- ¡Pero si llevas sin salir de aquí tres meses!
- Estoy aquí porque me confundieron con ella - contestó Libertad con rotundidad.

Pasados unos días, Libertad llevó un regalo a las enfermeras y médicos que tan bien la habían cuidado y atendido. La joven  después de hablar con la policía, los campesinos llevaron a los agentes a la arboleda donde la encontraron. Desde allí se veía el viejo y cochambroso edificio del antiguo matadero abandonado. Uno de los secuestradores murió en el enfrentamiento con la policía, el otro resultó gravemente herido. Pasaría una larga temporada en el hospital y el resto de su vida en la cárcel. La hija del presidente fue rescatada y al parecer sin un rasguño.  La policía seguía buscando a los autores intelectuales del secuestro.


Libertad donó una buena cantidad  de dinero para la investigación de trasplantes de ovarios. También para la investigación de la leucemia en los niños/as. Colaboró con Cáritas  aportando varias sumas de dinero. Por primera vez en su vida, se sintió que era alguien importante, pero no por el dinero que tenía, si no, porque podía ayudar a que los demás tuvieran menos carencias y fueran más felices. Aunque muchas noches se despertaba sobresaltada, y después la costaba conciliar el sueño.

No fui seleccionada para ninguno de los premios, pero si tuve una gran satisfacción en escribirlo.
Si hubiera ganado el premio se hubieran beneficiado de él varias personas entre otras muchas Cáritas. Iba haber donado 300 euros si hubiera tenido el primer premio. También les hubiera dado algo a mis sobrinos. Pero se quedó todo en ilusiones y en la satisfacción de escribir sin saber lo que quería. Fue surgiendo todo sobre la marcha.
Otra vez será.

Ahhhhhhhhhhh, se me olvidó poner que Chiqui es el seudónimo con el escribí y participé en este relato.

13 comentarios:

  1. Te felicito muy sinceramente por tan impresionante y bien escrito relato. Mereció ser premiado, pero no te desanimes, no siempre se reconoce el genio creador.
    Feliz fin de semana-
    Un abrazo.

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    1. Gracias Disancor, me alegro que te haya gustado.
      Saludos y un abrazo fuerteeeeeee

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  2. Lo importante es la satisfacción de haber participado como tú bien dices aunque podría haber sido premiado.

    Un abrazo

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    1. Hola Chelo, gracias, sí ya habrá más veces para participar.
      Saludos y un abrazo

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  3. No puedes escribir pensando en premios y reconocimientos, sino para disfrute propio, así, verás como cuando menos lo espere llegará el reconocimiento. El mío ya lo tienes.
    Un beso.

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    1. Hola Francisco, gracias. Bueno, pues en este caso sí escribí pensando en el premio, si no hubiera sido por esto no hubiera escrito, pero me movieron los premios.
      Saludos y besos

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    1. Hola Carlos, graciasssssssss
      Me alegro que te haya gustado.
      Saludos y un abrazo

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  5. Isa .... no interesa tanto el premio, como su contenido, que aterroriza y serviría de ejemplo como prevención a diversos secuestros y de jóvenes violadas, ver como Libertad a pesar de haber sido destruída corporalmente seguir adelante para ayudar a los demás necesitados por diversas causas.
    Tu premio son el cariño que dejamos a tus maravillosas y dolidas letras que embargan de dolor al imaginar todo, porque lo has descrito tan bien

    un beso desde Argentina

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    1. Hola Doris graciassssssss.
      Me alegro que te haya gustado el texto. Sí tienes razón lo más importante es que libertad después de pasar lo que pasa aun se acuerda de los más necesitados. Aun así a mi me hubiera venido muy bien tener un premio económico porque hubiera hecho muchas cosas con ello. Otra vez será.
      Saludos abrazos

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  6. Has creado una atmósfera que sobrecoge. El realismo y la brutalidad de los personajes se hace creíble. Lo lees casi sin respirar.
    Besos y feliz semana

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    1. Hola María Pilar, gracias. Es una historia inventada sobre la marcha y con rapidez porque nos enteramos tarde del concurso. Mañana subiré el relato de mi compañero. Son dos estilos distintos.
      Saludos y un abrazo

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    2. Muchísimassssssssss gracias a todos/as por leerme, yo sé que es muy pesado leer tantas hojas en el blog.
      Graciasssssssssssss de corazón
      Abrazos para todos/as

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