martes, 22 de octubre de 2013

Soledad, silencio...

Cuando salió a la calle se encontró con la realidad. Tenía que desandar los mismos pasos que había hecho a las cinco de la madrugada.  Pero ahora no había estrellas, y la luna aun no había hecho su aparición.  El cielo estaba cuajado de nubes. Nubes negras, tan negras como su soledad.
Ensimismado en sus pensamientos, ni escuchó, ni vio el tranvía que cansado de ir por el mismo raíl, pasó como alma que lleva el diablo, igual que una exhalación.
Él, a treinta pasos del arcén, seguía con la mente en blanco. Su memoria se había nublado, sus pensamientos se habían escondido, y su cerebro estaba vacío.
La noche seguía  sus pasos mientras él permanecía quieto, de pié, mirando las musarañas.
Pasada una hora emprendió el regreso a  su casa. Abrió la puerta, le saludó el silencio. Dio de comer a los peces, se quedó pasmado con los colores. Sonrió.  Se dio una ducha, cenó y se metió entre las hojas de un libro que alimentaban cada noche su soledad.

Este relato corto lo hice ayer día 21/10/2013 porque el profesor de lengua, Luis, nos dijo que hiciéramos un texto  sobre la vuelta de algún lugar por la noche, que interviniera el miedo, pasos, la luna, el tranvía,...
Y yo hice ese pequeño cuento.


Flores de Otoño.

Vaya sonrisa preciosa que tienen estas flores de otoño. No nos debería costar ningún trabajo imitarlas :-)

8 comentarios:

  1. Más que solitario, parece como si estuviera muerto por dentro, como si solo fuera una cáscara sostenida por su propio vacío. Abrazo grande, Isa, te quiero.

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    1. Hola Marcus, gracias.
      Bueno Marcus, yo no quise dar esa impresión, lo que yo quise transmitir, es que hay muchas personas solitarias y que son los libros quienes los alimentan.
      Cuidate.
      Saludos y un abrazo

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    2. joojojo, perdón por mi oscura interpretación :D

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    3. Hola Marcus, no pasa nada cada personas podemos entender un libro de una forma, y a demás, leer también es subjetivo como ver un cuadro. En realidad da esa sensación de persona vacía, pero con la última frase se transforma todo lo demás. No hay nada que perdonar está todo bien como lo has escrito.
      Cuídate mucho
      Saludos y otro abrazo fuerte para ti

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  2. Es un relato maravilloso, Isa. Imagino que el profesor se habrá mostrado muy contento. Yo me siento orgulloso de ti, de tu capacidad narrativa y de aprendizaje. Te dieron los mimbres, pero tú tejiste el cesto. ¡Bravo!
    Un beso

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    1. Hola Francisco, gracias.
      Sí él profesor se pone contento con todas las alumnas. Todas somos personas que nos gusta aprender. Y todas lo hacemos de maravilla, sonrisa grande. Graciasssssssssss
      Realmente soy muy vaga y si no hay alguien diciéndome que haga esto o aquello pues no hago nada (evidentemente me refiero a lo que no sea cosas de la casa) que está la tengo muy bien atendida). Por eso cuando ya sabía que no iba a volver al trabajo me apunté hacer alguna actividad para no quedarme parada en casa comiéndome la cabeza.
      Saludos y besos

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  3. Isa, tu relato lo has construido de maravilla y además creo que te sale de un tirón, porque eres muy espontanea...¿me equivoco...? Sonrío como tus flores de otoño y me alegro mucho de comprobar el empeño y el cariño que le pones a las letras, amiga.
    Mi felicitación y mi abrazo grande siempre.
    Y gracias por tu cercanía.
    M.Jesús

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  4. Hola María Jesús, sí, así es soy rapida y no pienso las cosas, tal vez sería mejor pensarlas pero soy como soy, y ufffffffffffffffff me lanzo al tobogán y hasta ahora no me he hecho daño nunca, espero no hacérmelo ahora. Y como tú dices, me sale todo de un tiron.
    Graciassssss
    Saludos y un abrazo grande

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