martes, 22 de marzo de 2011

Misi El Gatito Maltratado.



 Una Noche de luna creciente y un cielo muy estrellado, recien estrenada la   primavera, César salió a dar un paseo por los alrededores de su casa en el campo. Iba embutido en su abrigo, una bufanda al cuello, y las manos en los bolsillos, aun hacía fresco, pues los rayos del sol ya hacía rato que se habían retirado a sus aposentos.  Su mirada era despistada hacia el horizonte y tropezó con algo blando. César, casi cae al suelo, trastabilló  varias veces hasta que pudo hacerse con su cuerpo.  El pobre gato se puso  a la defensiva  bufando, y moviendo su patita derecha con intención de arañar a César. Pero César tomo una distancia prudente y se quedó observando al gatito. Se dio cuenta que le faltaba un trozo de rabito. Y pensó que algún niño travieso se lo pilló con algo. Pero también se percató que tenía una gran herida en una oreja, y ahí pensó que era un animal maltratado.

De ahí que el gato pensara que también ese hombre  iba hacerle daño. Nada más lejos del pensamiento de César, aunque estuvo a punto  de rodar por el suelo, al encontrase hecho una bola al gato. Intentó acariciarlo, pero el gato estaba resabiado, y muy quemado,  por los palos de los  malvados jóvenes que se divertían haciendo sufrir al animal.
César retrocedió sus pasos y entro en su casa. Volvió con una cajita de jugoso salmón, comida para gatos.


Lo dejó cerca del Misi, así lo llamó mientras observaba  lo que hacía.
El gato no se estremeció del lugar.
César le dio la espalda y dio unos pasos.
Entonces Misi devoró la lata de salmón. Se estaba relamiendo cuando César puso su mano en el lomo para acariciarlo.
Se sentó a su lado y el gato cada vez se iba acercando más y más hasta quedar los dos rozándose.
El gato empezó a hacer: "runrun", ronroneaba.
César se despidió de él, se levantó del suelo y caminó dirección a su casa.
El gato lo seguía como si lo conociera de toda la vida.

Los animales son como las personas, si ven cariño, si notan que son queridos, se transforman y tratan de ser sociales. Por el contrario, si son maltratados, se vuelven huidizos, desconfiados y para nada cariñosos.

A partir de aquí Misi salía y entraba de la casa sin temor ninguno.
A veces cuando César estaba triste, Misi lo consolaba y se metía con él en la cama para que no se sintiera solo.
Y de esta forma Misi dejó de ser un gato abandonado y maltratado, y sí muy querido por César.


5 comentarios:

  1. Muy bonito el cuento que has escrito para mi gatito realeño. Muchas gracias. La verdad es que todas las noches duerme conmigo y cuando tiene frio se mete en la cama entre las sábanas. Se convierte en el dueño de mi cama y tengo que dejarle sitio, jejeje.

    ResponderEliminar
  2. Hola César, así es, es tu gato. Me enviaste estas fotos y te dije que le haría un cuento.
    A veces los animales nos dan más cariño que los humanos. Y lo bueno es que no nos piden nada a cambio.
    Me alegra que te haya gustado.
    Saludos

    ResponderEliminar
  3. Bonita historia, y triste el trato que algunas personas dan a esos animales que tanto dan sin pedir nada a cambio.

    Un afectuoso saludo,

    ResponderEliminar
  4. Hola Saudades, gracias.
    Los animales son muchas veces mejores que nosotros. Con una simple caricia ellos nos las devuelven multiplicadas.
    Saludos y un abrazo

    ResponderEliminar
  5. Bonito cuento Isabel!! que pena que haya gente que maltrate a los animalitos, cuando hacen tanta compañia y dan mucho cariño...
    Un abrazo.

    ResponderEliminar